"Estoy sumergido en mi propio museo. Hoy Tienen suerte, la exposición esta abierta."
"Estoy sumergido en mi propio museo. Hoy Tienen suerte, la exposición esta abierta."
"Estoy sumergido en mi propio museo. Hoy Tienen suerte, la exposición esta abierta."
"Estoy sumergido en mi propio museo. Hoy Tienen suerte, la exposición esta abierta."
Asistir a una obra de Ramón Griffero no es ver un montaje cualquiera. De algún modo es estar recorriendo los hitos de la dramaturgia contemporánea, la historia nacional y la arqueología humana. Griffero con su compañía Fin de Siglo vienen desde la época de El Trolley, en los años ochenta, investigando nuevas propuestas y lenguajes en un modelo de teatro autónomo, con obras como “Río abajo”, “Éxtasis”, “La morgue”, “Cinema utopía”. Estos hitos teatrales pueden ser más o menos accesibles para el público, más o menos logrados, pero siempre son un hallazgo. Aquí, el director trabaja con la mente humana como un museo de emociones.
La mente como un conjunto de habitaciones, con salas de exposición, con cuartos ocultos, con puertas que cuesta atravesar. Sobre tal supuesto los cinco actores nos guían con sutileza por este laberinto para recorrer cada salón, escenificado con una instalación específica, que representa una emoción y una sensación distinta: el miedo, el deseo, la fantasía, la fobia, la soledad, el abandono. No son personajes sino más bien hablantes que dan voz a experiencias que quedaron en algún lugar de la memoria, y que se conectan sólo por la linealidad del tiempo en que se desarrolla la obra. Pese a lo abstracto del material, es posible identificarse con la ansiedad antes de la cita con un amante desconocido, la contradicción de los encuentros y desencuentros amorosos, el miedo a amar, la urgencia de concretar fantasías sexuales.
Las puestas en escena de Griffero destacan por cierta poética espacial que logra trabajando en conjunto con artistas plásticos, el cual genera una interesante propuesta, combinando escenografías móviles, múltiples instalaciones que se arman y desvanecen, produciendo una sensación de laberinto mental donde ideas, sueños y deseos se plasman en imágenes.
“Estoy sumergido en mi propio museo. Hoy tienen suerte, la exposición está abierta”. Así comienza esta obra, así los espectadores inician un camino errático y atomizado por el territorio oscuro de la psiquis humana. “Tus deseos...” es un teatro conceptual que busca traducir en palabras el inconsciente sabiendo que es imposible, que queda a medias pese a los textos y a la narrativa visual. Es un trabajo espeso, lento, donde predomina el verbo por sobre la acción dramática. Tal vez hace falta más teatralidad, más espectáculo, pero, como siempre, Griffero nos sorprende y seduce con este montaje de principios y fines de siglo.
ATRAS